¿Porqué narrar el cambio?

Me pregunto cuál es el cambio que quiero narrar. ¿Es el tan manido cambio de hábitos? No. Para eso ya tengo una mesa agenda que me ayuda a ir dejando el registro de los días que medito y hago ejercicio. También ya hice innumerables diarios de alimentación, anotando cada comida con sus calorías y sensaciones corporales. Eso no creo que merezca ser narrado. A no ser que me interesara escribir sobre un personaje neurótico y fuera de sí mismo. Quizás un cuento por ahí.

Ahora, en este período de mi vida, me interesa tomar el desafío de cambiar. Dicen que perro viejo no aprende trucos nuevos. Pero la neurociencia habla de un cerebro humano plástico y moldeable. Que retiene su capacidad de aprender por muchos años.

Mi cuerpo está cambiando. El climaterio me lleva a ser una mujer diferente de la que era cuando tenía varios días irritables al mes. Todo se ve más tranquilo desde este ángulo. Claro que el costo es que ando menos energética, pero me apoyo en una serie de medicamentos que me ayudan a que esta tranquilidad tenga alegría al lado.

Por lo mismo, creo que es buen momento para registrar lo que busco: un cambio de paradigma. Ahora, yo sé que "paradigma" es una palabra oscura. Dicen que Kuhn, en su libro "La estructura de las revoluciones científicas", usó esta palabra con 19 significados diferentes. Acá va el mío. Pienso que un paradigma es el enfoque desde el cual miras el mundo, interpretándolo con sus criterios de verdad, bondad y belleza. Por lo mismo, me parece mal decir que tenemos un paradigma. Más bien creo que estamos de pie en medio de un montón de creencias y sentires que lo conforman. Por lo mismo, siento que los paradigmas nos tienen a nosotros.

Desde afuera soy capaz de ver que hay un paradigma que me ofrece mucho más, en términos de acciones posibles y de consentimiento con la vida cotidiana. Me refiero al paradigma que se conforma cuando aprendes de la alimentación intuitiva, la salud en todas las tallas, la alimentación consciente, el body positivity. Y más encima me tengo que hacer cargo de mi elección budista de refugiarme en el Dharma, en el Buda y en la Shanga, que hace que aparezcan la compasión, la aceptación radical, la meditación y otros muchos elementos en la búsqueda del fin del sufrimiento. Más encima, ahora me dio por aprender de feminismos e izquierdas.

Esas creencias pelean con algunas que provienen de mi educación católica, machista, de derechas y dictatorial. Creencias clasistas, racistas e incluso misóginas, que si las pienso un poco no son razonables. Pero entonces reivindico mi derecho a no estar de acuerdo con lo que pienso, como dijo Caszely, aunque muchos se ríen de esta frase

A esta altura, creo que mis pensamientos me piensan y sólo en la medida que me atreva a desafiarlos podré hacer espacio para otros nuevos. Además he descubierto que escribir es sanador. Ayuda a ver cada elemento que narras desde nuevas perspectivas. Es distinto contar historias en un poema, en una obra de teatro o en un monólogo. Más distinto es si construyes al personaje que lo dice. Eres capaz de descubrir el conflicto y distanciarte de él. También he aprendido que muchos de los obstáculos para el cambio son frases del tipo "yo soy así", "esto siempre ha sido así" o "no me imagino si fuera de otra manera". 

Por lo mismo, quiero que este espacio más que describir el cambio, lo ejecute. Que el cambio viva en estas letras para que lo pueda mirar y volver a recorrer, para apoyarme en algo cuando vuelvan las antiguas coherencias del paradigma anterior.

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